LA PERSONA INDICADA
Un título tan breve como tan sugestivo marca mi regreso con una nueva entrada a mi blog. Traté de subir una mensual pero finalizando el año académico en mi trabajo (uno de ellos) se me fue enredando todo. En fin que acá estoy, 2:00 de la mañana y en el horario en que ustedes duermen a mi se me ha dado por escribir. Creo que esto confirma que los filósofos somos excéntricos, pues hasta hace unos 15 minutos estaba a punto de dormirme, pero esta idea me ha dado de pronto y no voy a permitir que la inspiración se me vaya y aclaro que no he prendido, enrolado, aspirado ni fumado nada. Pensaba que antojarme de hacer limpieza en mi casa a esta misma hora cualquier día al azar era el tope de mis excentricidades, pero hoy he visto que no. Y aclaro que mi proceso de escritura en estas entradas es continuo. Tomo una idea, la desarrollo y no la suelto hasta que la concluyo, en otras palabras digo lo que siento y pienso tal cual se me vienen las ideas a la mente. Que raro que un filósofo escriba sin pensar mucho, pero que carajo éste es mi blog.
Así que se preguntarán ustedes (he perdido la modestia por completo, antes me escribía a mi mismo y hoy escribo para un público imaginario) qué me ha llevado a las dos de la mañana a escribir sobre este tema en particular. La respuesta espero sea revelada antes de concluir este escrito. En cada una de nuestras actividades siempre tratamos de hallar la persona correcta. Al practicar algún deporte buscamos ese compañero de equipo que se combine y complemente bien con nosotros. Que mujer no fantasea con encontrar a su compañera ideal para ir de compras. Nuestros padres esperan que nosotros seamos la persona indicada. Sin embargo en este tipo de situaciones nos volvemos conformistas, pues acabamos no con la persona indicada sino con la persona disponible. Pero al hablar de sentimientos la cosa cambia.
La persona indicada, si tuviera que esbozar un concepto, es aquella que llega justo cuando la persona equivocada se ha ido de tu vida. Esto implica dos cosas: iremos por la vida encontrando personas indicadas en casi un círculo vicioso interminable y además que estaremos con muchas personas equivocadas. Desarrollaré por separado ambas cuestiones para poder responder por qué a esta dita hora estoy escribiendo sobre este tema.
Cuando empezamos en el mundo sentimental siempre iniciamos con la idea utópica de que esa primera persona que estará con uno, física y emocionalmente, será el amor de nuestras vidas. Pronto descubrimos que no, y por eso las separaciones de ese primer amor son tan complicadas. Nos aferramos a la idea de que tiene que funcionar, queremos que funcione, pero demasiado tarde nos damos cuenta de que estamos apenas practicando. Hay que ser realistas, esos amores entre dos personas que fueron su primera pareja van reduciéndose cada vez más, conforme las personas de 50 años en adelante van muriendo. Justo cuando entendemos que tenía que acabar porque estábamos apenas agarrando experiencia, es que notamos que era la persona equivocada. Ese es el gran problema del amor, suspende nuestra razón, se lleva por delante nuestro sentido común y nos deja a solas con nuestras emociones. Por eso el amor siempre me ha resultado un reto, pues al ser yo tan pero tan meticuloso y excesivamente racional me cuesta entrar en esa espiral en la que todo se ve bonito, en la realidad en la que no hay problemas, en el paraíso sentimental. Y desconocemos lo nutritivo que es para una relación el pelear, discutir. Dejar ese aspecto a un lado sólo hace que explotemos cuando ya no aguantamos más y esa pelea es casi siempre la única y la última de esa relación. Entonces es una persona más, obvio de las equivocadas, en nuestra vida. Lo realmente anecdótico de esto es que en su momento, esa persona que ahora detestamos y que no soportamos ni estar cerca de ella, en su momento fue la indicada.
Lo que nos deja con el elemento primario de toda esta situación, entender que la persona indicada no es una, en realidad son varias pues nuestros sentimientos son volátiles, como personas también lo somos y como individuos aún más. Pueda que un día esperemos algo de una persona, pero al día siguiente queremos otra cosa. Eso es normal. Más sin embargo nos aferramos a la idea de que la persona indicada es una sola y cuando la encontremos debemos aferrarnos a ella. Cerrarse en banda con esa idea hace que nos perdamos de lo divertido que resulta conocer nuevas personas indicadas, aprender de esas personas indicadas, saber que esas personas indicadas sólo estarán por un tiempo en nuestras vidas (si algo excepcional no ocurre), asombrarse de como cada una de esas personas indicadas tiene un modelo mental acerca de como tú deberías ser (e increíblemente nunca concuerdas con su modelo mental). Esa ha sido uno de los puntos por los cuales siempre he sentido mucha fascinación por escribir del amor, incluso cuando estuve estudiando se me ocurrió una idea, que me pareció genial en su momento, acerca de una filosofía del amor pero rechacé prontamente esa idea justo cuando la primera persona indicada se fue de mi vida.
No todo es malo con esas personas indicadas que desfilan por tu vida, pues aprendes cosas de ellas, te enriqueces profesionalmente con ellas cuando tienes una indicada con unas capacidades reflexivas y analíticas increíbles (estilo amor platónico, fundamentando mi argumento en esa idea platónica de que el amor es algo que se da entre intelectos y no entre cuerpos), como persona sueles crecer para bien y para mal con cada una de las personas indicadas. Pude concluir hace algún tiempo que la razón por la que a pesar de parecer la persona menos indicada para hablar de amor y personas indicadas, es porque ese mismo espíritu cientificista que me gasto no se hace a un lado cuando he tenido a esas personas indicadas conmigo, creo en el experimento, en el ensayo y el error, en la manipulación de variables y demás. Parezco frío, parezco insensible a veces, pero por ser como soy es que cambiar de una persona indicada a otra no me es traumático. Lo veo como una oportunidad de empezar de nuevo, aunque también comparto aquella idea de Rodolfo LLinás de que la fidelidad es pereza mental, tener que acostumbrarse a una nueva indicada es siempre aburrido. En resumidas cuentas el espiral de indicadas es una oportunidad permanente para conocer personas, enamorarse y llenarse por igual de equivocadas.
Para cerrar esta entrada debo confesar que la razón por la que decidí escribir esto a estas horas es porque al estar sin la indicada, lleno de equivocadas, sin sueño y con demasiadas heineken encima, escribir una entrada es muy fácil.
P.D. Lo subo días después porque en medio de las cervezas juraba que lo había hecho. Ah y me figuró volver a twitter