La amistad es un valor muy útil y muy difícil en estos
días. Vamos por la vida rodeados de conocidos, sumergidos en enemigos, pero muy
escasos de amigos. Se espera de un amigo lealtad, acciones desinteresadas,
comprensión, alguien que te escuche con más confianza incluso que un familiar
directo. Quién busca una amistad busca una mano amiga, una voz de aliento en
los momentos difíciles. No sabe que busca una aguja en un pajar, quizás la
encuentre pero de seguro tropezará antes de salir del pajar y la perderá.
Ese rol de ser la voz de aliento es lo que me desagrada
de ser amigo de cualquier persona, soy muy realista y pragmático como para ver
la vida color de rosa. No es que se me imposibilite el brindar amistad, es que
no tengo tiempo para mis viejos amigos ni para hacer nuevos amigos, además de
que mi criterio de amistad siempre difiere en el mismo punto: brindar un buen
consejo cuando mi amigo así lo requiera.
Como amigo ofrezco casi lo mismo que ofrece cualquier
amigo: podemos divertirnos juntos, podemos celebrar juntos casi cualquier cosa,
mi casa es tu casa, pero no me pidas alguna de estas dos cosas: dejarte jugar
con mi pS4 (OLVÍDALO) y verte en una situación que te genera algún daño o
sufrimiento sin criticarte por tomas malas decisiones o no leer bien las
situaciones en vez de darte un buen consejo. Y lo del PS4 es en serio.
Siempre he creído que mi capacidad de leer situaciones y
personas ha sido una habilidad muy peculiar en mí, pues me ayuda a anticiparme
a las situaciones o reaccionar sin titubeos ante las adversidades de cualquier
tipo. Y como cualquiera que es muy bueno en algo, no soporto ver que un amigo
(cuando digo amigo me refiero a hombres y mujeres por igual) se equivoque en
eso que es mi fuerte. Asumo que de tanto verme manejar todo tipo de situaciones
mi amigo casi que se ha autotransferido parte de esas habilidades mías. Y me
decepciona mucho el notar que en la mayoría de los casos no es así.
Vayamos al ejemplo más común: problemas amorosos (que
pinche suerte que todos mis ejemplos siempre involucran a mi o a alguien más
enamorado, pero creo que esos se dejan entender más fácilmente). Cuando un
amigo tiene un problema con su pareja y vienen buscando un consejo de mi parte,
básicamente siempre obtienen lo mismo: la expresión “estás bien jodido”. Le
agrego, además, toda la lista de señales por las cuales yo sabía que eso le iba
a pasar y le recalco la ausencia de claridad para no ver venir la
inconsistencia, y le adiciono mi cara de desaprobación (estilo Sheldon Cooper).
Básicamente odio dar consejos por dos razones muy claras:
no importa lo que aconsejes nunca te harán caso y porque uno nunca está en los
zapatos de la otra persona como para tener un consejo que darle. Quizás uno
podría emitir un juicio personal al respecto, pero eso dista mucho de un
consejo. Dar un consejo implicaría vivir la situación exactamente de la misma
forma en que la persona que lo solicita la vivió, padecer el mismo sufrimiento
que ella, gozar de la misma forma que ella lo hizo. Es como querer estar en los
zapatos de otra persona, y siendo esa idea husserliana (un concepto filosófico
para darle un aire hípster a esta
entrada en el blog) imposible pues es mejor no perder el tiempo tratando de dar
consejos.
Un buen amigo debe indicarte en que fallaste antes que
darte palabras de aliento, decirte lo que te tenga que decir para abrirte los
ojos antes que venderte una fantasía, decirte que estás jodido antes que
decirte “tranquilo, ya saldrás de esta”. Pues quizás no estés de acuerdo con mi
apreciación de lo que es la amistad, pero bueno, es mi apreciación, mi entrada
y mi blog amigo.
“Amigos, no hay amigos” – Aristóteles (según Diógenes).
Me gusta mucho su blog, cuando subira nuevos articulos?
ResponderEliminarjustamente hoy
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